miércoles, 13 de junio de 2012

Si tengo que pedir disculpa es a ellos.

Borde, amalhostiada, contestona, gritona, perfeccionista, en ocasiones desagradable, cabrona, niñata, indecisa...
Así soy generalmente, no las pienso, no escucho lo que no me interesa, me quejo cuando no me va precisamente bien y nunca intento que la gente si está mal esté mejor, un día te puedo ser los más amable y agradable del planeta y al siguiente ser la mayor tacaña del mismo, ¿Verdad Tania?
A la mínima salto, me reboto y me da igual herir en ese instante, suelto el mayor puñal descubierto, las palabras. Si van en mi contra me enfado, aunque sea la menor contradicción hacia mí. Pierdo los nervios a la mínima y ahí empieza los golpes, los portazos y las peleas ¿Verdad Yoly?
Puedo estar perfectamente tranquila cuando me sucede algo malo, pero es mucho mejor empezar a dar vueltas... Acabo recurriendo a los demás aunque al final haga lo que me da a mi la gana, aunque tenga los mejores consejos si algo se me ha metido en la cabeza no hay consejo que me valga y acaba apareciendo el orgullo y los pequeños sollozos ¿Verdad Zero?
Y los más gracioso, estoy segura durante meses de algo y la jodo con nada, yo solita por esa puñetera indecisión mía, por una falsa ausencia producto de mi mente, por una mala interpretación mía, también producto de mi mente, al pensar en ser una molestia a causa de mi gran comunicación ¿Verdad Raquel?
Malditos defectos, estúpidos, vacíos pero en ocasiones dolientes, por eso hoy son ellos los que se merecen mis más sinceras disculpas, porque a ellos sí que les debo mucho.

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